La Carrera del Darro es una de las calles más bonitas del mundo y por tanto, también uno de los sitios de Granada que debes visitar a tu paso por esta ciudad. Pero no solo es un lugar turístico romántico y con un encanto especial. La Carrera del Darro, que acompaña a un tramo del río granadino de este mismo nombre, también aguarda una parte importante de la historia y leyendas de esta preciosa ciudad del sur. ¿La conoces?
Un lugar privilegiado reservado a la nobleza
La Carrera del Darro ha sido desde hace siglos un enclave deseado por muchos motivos, entre ellos:
- Más horas de sol al estar en la vertiente sur del famoso barrio del Albaicín
- La brisa que brinda el río Darro, muy agradecida en los meses de verano
- Fertilidad de la tierra
En la época Zirí, allá por el siglo XII, el barrio de la Carrera del Darro fue uno de los preferidos por la nobleza musulmana para construir sus palacios y residencias a los pies del río.
A partir de 1942 estos nobles venden sus propiedades y se exilian. Aunque su lugar es ocupado por la nueva nobleza castellana que establece aquí un nuevo barrio con estilo nobiliario.
Estas dos culturas y sus familias nobles han dado lugar a que un paseo por la Carrera del Darro se convierta en un auténtico espectáculo de cultura e historia, con diversas iglesias, conventos, cármenes y palacetes que enriquecen este lugar ya de por sí privilegiado por su ubicación.
La configuración actual de esta calle se remonta a principios del siglo XVII, cuando la voladura de un polvorín cerca de la Iglesia de San Pedro y los desprendimientos de tierra, hicieron que el río se desviase hacia esta zona y se tuviese que ensanchar la calle. Posteriormente, entre 1600 y 1611 se derribó parte de la muralla que antiguamente existía al margen derecho del río.
La historia de su nombre
Según se cree, el nombre ‘Darro’ tiene su origen en la palabra romana ‘oro’, porque se cree que la gente lavaba oro en su orilla. Luego, los musulmanes cambiarían su nombre por ‘Hadarro’ y tras la conquista cristiana se renombraría como ‘Dauro’, hasta el actual ‘Darro’. Durante todos estos siglos atrás, se ha seguido viendo a gente cribando la arena del río en busca de oro, aunque lo cierto es que donde se buscaba oro era más arriba, por el Sacromonte de Granada.
El río Darro, junto al Beiro y el Genil, era la principal fuente de abastecimiento de agua para la ciudad y sus famosos palacios. De él salía la Acequia Real, que daba servicio al Generalife, la Alhambra de Granada y a la parte alta del barrio de San Cecilio; la Acequia de Santa Ana, que llegaba al Barrio de la Churra y la de San Juan, que abastecía a la Cuesta del Chapiz y San Juan de los Reyes.
¿Qué ver en la Carrera del Darro?
A través del Río Darro te sumergirás en la zona más romántica de Granada, dejando atrás los edificios más modernos y adentrándose de lleno en su zona más histórica.
A la derecha de la Carrera del Darro nos acompaña el río y un pequeño bosque entre rocas, malezas y puentes de piedra, que sirven de pie a la colina de la Alhambra (la cual puede verse a lo largo del recorrido).
Al lado opuesto, a nuestra izquierda, encontramos el barrio del Albaicín, desde donde suben estrechas calles que conforman el laberinto de viviendas y demás construcciones propias del urbanismo hispanomusulmán de la época. Aquí podrás visitar también muchos de los edificios que puedes ver en tu paseo por esta Carrera, algunos de ellos declarados como Bien de Interés Cultural. Entre ellos:
- Iglesia de Santa Ana, al inicio del paseo por la Carrera del Darro
- Baños Árabes del Bañuelo
- Casa de Castril
- Convento de Santa Catalina de Zafra
- Iglesia de San Pedro
- Puente del Cadí, que unía la Alhambra con el Albaicín
- Convento de San Bernardo
- Casa de Chirimías
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